El
término crónica tiene su origen en el latín chronica, cuyo antecedente
etimológico se haya en el concepto griego kronica biblios. El término hace
referencia a un relato que narra acontecimientos según su organización
cronológica.
Entraban los primeros años del
siglo XVI y con este Europa se encaminaba al Renacimiento. Por esa época, se
observaba al continente americano de manera más objetiva y comenzaban a surgir
un grupo de cronistas compuesto por misioneros, conquistadores, colonizadores y
mestizos, que produjeron nuevas crónicas con una verdadera conciencia
literaria; no solamente se escribían cartas y crónicas de un modo espontáneo,
sino que se interesaban por la forma: se utilizaba la prosa y el verso para
elaborar verdaderas narraciones y poemas sobre la vida de los conquistadores e
indígenas.
Los máximos representantes de esta producción literaria americana,
en aquel momento, fueron Gonzalo Fernández de Oviedo, Fray Bartolomé de las
Casas, Francisco López de Gómara, Bernal Díaz del Castillo y Alvar Núñez Cabeza
de Vaca. Todos estos escritores tuvieron la particularidad de reseñar cada
detalle del nuevo continente. Y a pesar de que la mayoría eran de origen
español, su visión de la conquista fue muy diversa. Mientras hubo cronistas
como Fernández de Oviedo y Díaz del Castillo que contaron sus experiencias
vividas en América, hubo otros como López de Gómara que jamás aparecieron por
estas tierras, pero si escribieron a partir de cartas que recibían de Hernán
Cortés y otros conquistadores.
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