viernes, 6 de junio de 2014

La crónica: Entre la emoción y la precepción



El término crónica tiene su origen en el latín chronica, cuyo antecedente etimológico se haya en el concepto griego kronica biblios. El término hace referencia a un relato que narra acontecimientos según su organización cronológica.


Entraban los primeros años del siglo XVI y con este Europa se encaminaba al Renacimiento. Por esa época, se observaba al continente americano de manera más objetiva y comenzaban a surgir un grupo de cronistas compuesto por misioneros, conquistadores, colonizadores y mestizos, que produjeron nuevas crónicas con una verdadera conciencia literaria; no solamente se escribían cartas y crónicas de un modo espontáneo, sino que se interesaban por la forma: se utilizaba la prosa y el verso para elaborar verdaderas narraciones y poemas sobre la vida de los conquistadores e indígenas. 

Los máximos representantes de esta producción literaria americana, en aquel momento, fueron Gonzalo Fernández de Oviedo, Fray Bartolomé de las Casas, Francisco López de Gómara, Bernal Díaz del Castillo y Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Todos estos escritores tuvieron la particularidad de reseñar cada detalle del nuevo continente. Y a pesar de que la mayoría eran de origen español, su visión de la conquista fue muy diversa. Mientras hubo cronistas como Fernández de Oviedo y Díaz del Castillo que contaron sus experiencias vividas en América, hubo otros como López de Gómara que jamás aparecieron por estas tierras, pero si escribieron a partir de cartas que recibían de Hernán Cortés y otros conquistadores.

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